"Hoy quise ver mi cielo, pero algo falló,
hoy no encontré ese lugar en donde crece la lluvia
No dejes que este ser, que llora en un profundo rincón,
vea en el amanecer el diluvio de su mundo"
(...)
Creo ver el horizonte, no lo conozco muy bien
Amanecer y ocaso, el sol me ciega de la misma manera
Un lemuro mostrara su secreto inmortal,
el secreto de la vida esta en la muerte vida mía"
hoy no encontré ese lugar en donde crece la lluvia
No dejes que este ser, que llora en un profundo rincón,
vea en el amanecer el diluvio de su mundo"
Amanecer y ocaso, el sol me ciega de la misma manera
Un lemuro mostrara su secreto inmortal,
el secreto de la vida esta en la muerte vida mía"
Esto me lo dejó mi amigo. Dijo que el original se encontraba escrito en un volante con letra imprenta bastante desprolija, mejor dicho muy desprolija, tan desprolija que de compararla con una escala de prolijidad basada en lugares públicos seguramente se encontraría por debajo de Plaza Miserere o incluso de la Estación Liniers.
A veces él agrandaba un poco las cosas, o alteraba las historias solo para hacerlas mas llamativas, pero no tengo pruebas de la magnitud del trabajo de su imaginación en este relato. Jamás me mostró aquel volante que un día halló hecho un bollo, metido dentro de un hueco donde faltaba una pequeña piedra en el frente de su casa.
Aquel día, después saludarme energicamente y arrojar su agenda sobre la mesa, comenzó a contarme sobre el volante, se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por recordar precisamente la situación, o tal vez solo buscaba la manera de agregar esos condimentos que el creía necesarios.
Continúo tratando de convencerme de que aquel volante no se encontraba allí por casualidad, y que hasta parecía que el hueco en la pared era el único confidente de su autor, quien necesitó desahogar unas líneas y deshacerse de ellas en la primera forma digna a su alcance.
En ese momento no quise preguntar porque lo decía, pero igual que otras veces le seguí el juego unos minutos. Conforme el tiempo pasaba, mi mente se escapaba un poco mas de su relato, hasta que de pronto recordé el sueño que tuvo ya hacía unos meses.
Algo ocultaba, con seguridad su interés estaba yendo mas allá del que se puede tener por una agenda ajena encontrada abandonada en la calle.
Por cierto, nunca me contó como termino su sueño.
Pero la otra mitad de la nota mostraba más, hablaba de un lemuro y su secreto, o del secreto de los lemuros.
La charla se disipo como tantas otras veces, y mi mente algo cansada se distrajo en algunos otros pensamiento.
Siempre me pasa lo mismo, tal vez debería grabar nuestras conversaciones. Lo tendré en cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario