Esto me
permitió, o me dejó en situación de, sacar a la luz algunas certezas que tenía tapadas,
olvidadas, y de carácter trivial a primera mirada, pero elementales al
prestarles atención.
No, no se me
develó ninguna solución mágica, simplemente cerré los ojos e intente dejarme
llevar por la doctrina que compartieron conmigo esa noche.
- "Ser felices, hacer lo que nos haga felices, no entender a “la duda” o a “el frenarse a pensar” como quedar atrás, sin dar explicaciones a quién no corresponde o a quién no le interese nuestra felicidad, y sobre todo, compartir. Aprender a compartir esa felicidad. No se puede ser feliz estando aislado"
Si bien,
esta es mi interpretación, o siendo más sincero, es hasta donde pude acompañar
a mi contraparte oradora, encuentro sus palabras salpicadas de verdad por donde
las mire.
Las cosas se
pueden poner complicadas, pero al levantar la cabeza, tener una cruz del sur
que nos impulse a continuar es de un valor inmensurable.
"¿Que
necesitamos para ser felices? ¿Cómo llegamos a eso? ¿Cómo lo conseguimos?"
Hay frutos que no crecen en los árboles, que no se alimentan del aire y de la tierra.
Algunos frutos crecen dentro nuestro, y la forma de impedir que se sequen es ser
fieles a nosotros mismos, defender lo que nos importa, sea cual sea el caso.
En este
momento tengo un deseo que hacer, que sean nuestros frutos quienes brillen en el
cielo, que estos nos vayan acercando cada vez más a la felicidad, y que cada
paso podamos compartirlo con quienes queremos.
Buena vida.
Te agradezco mucho.
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